El destino

El Destino

Una de las cuestiones que desde siempre ha inquietado a los seres humanos es si nuestro destino está escrito antes de nacer o si lo vamos construyendo nosotros mismos. Esta cuestión ha sido fundamental en hechos históricos tan importantes como la Reforma Protestante iniciada por Lutero,  desembocando incluso en guerras fraticidas (que realmente tenían mucho más que ver con lo político que con lo religioso). 
Aún a día de hoy mucha gente va a consultar a videntes, tarotistas y adivinos esperando que puedan leer su futuro. Yo no soy vidente en ese sentido, no adivino el futuro, y pocas veces puedo vislumbrar acontecimientos venideros, pero sí sé que los dos planteamientos son ciertos y los dos planteamientos están equivocados, nuestro destino está escrito y lo construimos nosotros.

Si han leído libros sobre espiritismo o sobre el más allá les habrán "vendido la moto" de que antes de nacer te sientas en el más allá a debatir y te pones de acuerdo con otras almas, con la ayuda de los guías espirituales, para que te pasen determinadas cosas o te encuentres a determinadas personas. Es falso. El destino no se elabora de esa forma. En primer lugar el destino depende de cada uno de nosotros, somos los responsables de nuestro propio destino, no se puede culpar ni al azar ni a Dios de nuestros éxitos o fracasos, es nuestro camino y nuestra responsabilidad, de nadie más. 
Antes de nacer, incluso la primera vez, cada uno de nosotros trae unos karmas propios: Defectos que ha de pulir y mejorar, lecciones que aprender y sentimientos que mejorar y evolucionar para recuperar la esencia original. Además de estos karmas propios traemos otros karmas con otras almas, a veces karmas positivos (llamados dharmas) y otras veces negativos que harán que encontremos personas que nos dificulten nuestro camino. Pero todo esto no nos sentamos a "escribirlo" antes de nacer, ni es Dios o un "guía espiritual" el que decide cómo va a ser nuestra vida, el destino va impreso en nuestra alma, en nuestra energía. Tenemos el maravilloso don de crear cosas con la energía de nuestra alma, por lo tanto el alma va a atraer aquello que necesita o aquello que no es perfecto en ella misma para tratar de mejorarlo y cambiarlo aprendiendo las lecciones necesarias. Por ejemplo un alma que haya perdido su autoestima ya antes de nacer, que se sienta culpable, mal, poca cosa... generará un karma, una energía sobre sí misma, que tendrá que venir a depurar a la Tierra. Cuando esa persona nace ya trae ese karma, que es una lección que aprender en esta vida, y ese karma, esa energía que trae consigo, atraerá las circunstancias que está creando, es decir, si se siente poca cosa, que no vale nada, que los demás son mejores etc etc... atraerá circunstancias y personas que la hagan sentir exactamente así, porque es lo que está creando, no está siendo justo o justa consigo misma y el motivo por el que va a atraer todas esas personas y circunstancias es para que aprenda a sentirse de otra forma, a valorarse, a dar un golpe encima de la mesa si es necesario y a decir ¡Aquí estoy yo! ¡Yo valgo lo mismo que cualquiera, pues todos somos iguales y nadie es más que nadie!. Sin embargo en lugar de aprender esto suele pasar lo contrario, que esa personas se hunde más y sigue pensando que no vale nada, y con cada situación y cada persona que atrae a su vida se siente peor y su karma aumenta. 
Pasa lo mismo con cualquier sentimiento negativo, la envidia, la ira, el odio, el miedo... Atraeremos a nuestra vida personas y situaciones que nos hagan sentir aquellos sentimientos negativos que ya tenemos y que debemos depurar. 
A veces podemos tener miedo a alguien o alguna situación concreta, tal vez porque es una persona o una situación que hemos encontrado o vivido en otra vida y nos ha hecho mucho daño, pero hasta que dejemos de tener miedo no superaremos el karma y seguiremos atrayendo una y otra vez esa situación (o similares) o esa persona (o de un perfil parecido) a nuestras vidas. Esto se da mucho con parejas sentimentales tóxicas, o con acontecimientos concretos que acabamos atrayendo por miedo a ellos.
 
A veces el miedo genera karmas terribles con personas o seres que son verdaderos monstruos, cuando es así hay que dejar de sentir miedo, odio, ira... y cambiarlos por valor, perdón y amor, y si no se puede al menos por indiferencia, pero el miedo nunca debe formar parte de nuestra vida. Y lo mismo ocurre con cada uno de los sentimientos negativos que tenemos, cuando por fin aprendemos la lección, los sanamos, mejoramos y evolucionamos, nuestros karmas cambian y cambia nuestro destino, atrayendo otro tipo de situaciones a nuestra vida.
Esto no quiere decir que si somos buenos nos pasan cosas buenas y si somos malos nos pasan cosas malas, Dios no está ahí para castigar a los malos o para premiar a los buenos. Dios no castiga a nadie, nos quiere a Todos por igual, todos somos parte de Él en cierto modo y Él vive en cada uno de nosotros, como decía Jesús. Hay muchas personas buenas a las que le pasan cosas malas, y al revés, personas que no son muy correctas a las que parece que le pasan cosas buenas. Cada uno tiene y crea su destino, una persona buena que tiene la autoestima muy baja o vive con miedo no está creando un destino ni un karma positivo para sí misma aunque sea muy bueno con los demás, porque se está diciendo y sintiendo que no vale, que no merece esto o lo otro y eso es lo que está  creando, y por el contrario una persona más soberbia que se cree que merece de todo, aunque a veces no se porte de modo adecuado con los demás, a menudo tiene mucho más y las cosas le van mejor, en apariencia al menos. Pero es solo una apariencia, estas personas por dentro están vacías y muchas veces no son capaces de disfrutar ni de lo que consiguen, y con el tiempo a menudo acaban perdiendo gran parte de lo que lograron por su mala cabeza. Pero a nadie le tiene que preocupar lo que los demás tengan o consigan, solo lo digo a modo de ejemplo porque a veces hay gente que me dice que el karma no funciona, sí que lo hace pero muchas veces de modo diferente a como creemos, no basta con ser bueno para que te pasen cosas buenas, el que es bueno no debe serlo para obtener una recompensa, y mucho menos una recompensa terrenal. Se deben hacer las cosas bien para mejorar y avanzar espiritualmente y para ayudar a los demás, no para obtener una recompensa. A menudo a aquellos que les van muy bien las cosas se olvidan por completo del mundo espiritual y de Dios, y no porque las cosas le vayan bien sino porque suele ser gente que peca de soberbia y eso aleja cualquier bien espiritual de uno (por supuesto hay muchas excepciones a esto que digo) y de este modo se desperdicia la vida, y probablemente con la soberbia y la falta de generosidad se hayan contraído unos nuevos karmas que tengan que depurar en las siguientes vidas. Se me viene a la mente una parábola de Jesús: 
"Había un hombre rico que tuvo una gran cosecha, como no tenía dónde almacenar el grano decidió tirar los graneros y construir unos nuevos y más grandes. Cuando acabó se dijo a sí mismo, alma mía, tienes bienes acumulados para muchos años, come, bebe y vive tranquilo". Pero aquel día se le apareció Dios y le dijo. "Necio, esta misma noche se te va a quitar la vida, ¿para quién será todo lo que has acumulado?". Jesús terminó la parábola diciendo: "Así es quien trabaja para sí mismo (para su cuerpo) en lugar de trabajar para Dios" (para su alma). Lo que quiero decir con esto, es que nuestro destino y nuestros actos deben ir encaminados a mejorar espiritualmente, y aunque a todo el mundo le gusta vivir cuanto más cómodo y mejor, eso carece de importancia.

A veces es cierto que hay personas que a través de mancias, o porque tienen un don de videncia, o porque se lo comunican determinados espíritus, pueden prever acontecimientos del futuro, pero casi siempre está en nuestra mano que ocurran o que se modifiquen según nuestros actos y según nuestros sentimientos y las lecciones que aprendamos.                                  Somos nosotros los responsables de nuestro destino y de nuestra vida, y si no está yendo bien sabed que tenemos la capacidad de cambiarla, pero para empezar a hacerlo hay que empezar mirando en nuestro interior, liberarse de los miedos, de la baja autoestima, de la soberbia, de la ira, del odio, de la envidia y de todos los sentimientos negativos y crear desde nuestro interior una vida plena y de felicidad, teniendo siempre presente en todo momento el mundo espiritual, pues es lo único que verdaderamente cuenta, y las enseñanzas espirituales y las lecciones aprendidas son lo único que importa a la hora de la muerte y lo único que nos llevaremos de esta vida, y además son lo único que nos conducirá a un lugar hermoso en el más allá con nuestros seres queridos. 
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