EL Origen

El Origen

En el evangelio gnóstico y apócrifo según santo Tomás, en un momento determinado, los discípulos le preguntan a Jesús cuál será su fin, a lo que el Maestro les responde: "¿Acaso habéis encontrado el Origen para que me preguntéis por el final? Porque allí donde está el Origen estará también el Final".
Con estas palabras Jesús quiere decirles a sus discípulos que el Origen y el Final de todo es Dios, y que si encuentran dentro de sí mismos su Origen, su verdadera naturaleza, encontrarán también su Final y encontrarán a Dios.

Toda nuestra existencia, en esta y en otras dimensiones, va encaminada a perfeccionarnos y a evolucionar espiritualmente hasta llegar a la perfección que teníamos en nuestro Origen, es decir hasta que nuestra bondad y perfección sea tal que podamos volver a "fundirnos" con Dios.
En realidad somos Eternos, no tenemos principio ni final, nuestro Origen es Dios, todos nosotros, nuestra alma, nuestra consciencia, estaba fundida formando parte de Dios, todos éramos Uno, unidos de tal forma a Dios y al resto de seres existentes que todos "éramos Dios", como las gotas de agua son el mismo Océano mientras estén formando parte de él. 
Sin embargo todos teníamos la posibilidad y la potencialidad de hacernos conscientes de nuestra propia consciencia individual y de separarnos de la consciencia Única Divina engendrando un alma.
Ocurrió que todos los seres que existían, todas las almas, decidieron hacer uso de esa capacidad de individualidad y separarse de Dios, y ese fue el principio, nuestro origen como seres individuales, engendrándonos a partir de Dios*, cada uno a sí mismo tal y como cada uno quería ser. Sólo hubo un Ser, un Alma, que siguió estando plenamente identificado con Dios, siendo Uno con Él. 
Así, como las gotas se separan del océano, todas las almas excepto Una, salieron de Dios y tuvieron su propia consciencia. Se creó una dimensión espiritual para que los seres existiesen allí, pues las almas aún conservaban su perfección y estaban muy próximas a Dios, no existía el mal todavía. 
Como he repetido varias veces, allí ni espacio ni tiempo existen como aquí, ni rigen las leyes físicas que gobiernan el universo, pero sí que ocurren cosas como pasan en nuestra dimensión y las almas toman sus propias decisiones y crean sus propias energías, sus destinos y sus karmas. 

Después de salir de Dios casi todas las almas conservaban una perfección casi divina, éramos lo que hoy muchos llaman ángeles. Pero hubo unos pocos que utilizaron su libertad y su consciencia y energía para "vaciarse" de todo lo que tenía que ver con Dios y con el Origen, con todo lo bueno, y se vaciaron de tal modo que rechazaron a Dios y todo lo que tenía que ver con Él, perdiendo así toda su bondad y pureza original, y al rechazar su esencia y vaciarse de todo lo que tenía que ver con la energía divina, apareció la ausencia de bondad, es decir, el mal. Estos seres rechazaron hasta tal punto a Dios que salieron de la dimensión energética donde existían con el resto de almas. Se creó entonces el vacío y la nada para que fuesen habitados por estos seres, que hoy muchos llaman demonios. 

El resto de almas seguimos habitando una dimensión espiritual muy elevada, siendo seres casi perfectos con una unión muy grande con el resto de seres y con la energía divina. 
Ocurrió sin embargo que en un grupo grande de almas surgió una duda, todos conocíamos la existencia de los demonios que habían salido de la dimensión donde habitábamos, y muchas almas comenzaron a dudar de si aquellos demonios no estarían mejor fuera de esa dimensión y de todo lo que tenía que ver con Dios, que tal vez lo que había fuera de Dios los convertiría a ellos en "dioses", y nació así en muchos seres la duda, y esa duda hizo que la bondad y la pureza original se perdiesen, y aparecieron el miedo, el ego, la soberbia, la envidia... y esos sentimientos que jamás habían existido fueron creciendo, y unas almas contagiaban a otras sus dudas, sus miedos... y muchos quedaron atrapados en ellos, millones de millones de seres comenzaron a dudar y a perder así la perfección original, y aquella dimensión que hasta entonces había rozado la perfección comenzó a vibrar con una energía más baja.
 
Una de las almas más perfectas que existen, de las más cercanas a Dios por su modo de ser, su bondad, su pureza y su grandeza, decidió intervenir para que aquella duda y aquella maldad no se extendiesen más. La tradición cristiana le dio a este ser el nombre de Miguel arcángel, y dijo que había luchado contra los demonios y los había expulsado del Cielo. No es del todo cierto, los demonios nunca pudieron habitar en el Cielo y cuando Miguel intervino la gran mayoría de los demonios ya habitaban la nada.
Lo que hizo"Miguel" fue presentarse delante de los seres que habían tenido dudas y en los que habían nacido los malos sentimientos, y debido a la grandeza, la fuerza, y la perfección que aún conservaba Miguel, los seres no pudieron resistir su presencia y fueron expulsados por esa fuerza, creándose otras dimensiones espirituales menos elevadas para que habitasen en ellas. 
Hubo muchísimos seres, millones de millones, que jamás dudaron, ni conocieron los malos sentimientos ni el mal. Ellos se quedaron habitando esa dimensión tan cercana a Dios, libres de mancha, perfectos, sin conocer el mal ni la duda. Ellos son los verdaderos ángeles, que reciben en realidad el nombre de Inmaculados, su existencia está totalmente al margen de la nuestra, no pueden vernos ni oírnos, ni mucho menos atendernos o ayudarnos, porque el sólo conocimiento de nuestros pensamientos y sentimientos los mancharía, conocerían el mal y se volverían uno de los nuestros. Jamás podremos volver a esa dimensión una vez que hemos conocido el mal.

El resto de seres pasamos a existir en otras dimensiones, pero ocurrió que ya no éramos perfectos, de repente la bondad que nos era propia por naturaleza había sido parcialmente eclipsada por otros sentimientos, por otras energías, por dudas, miedos, ira, rabia, envidia etc... muchos seres arrastraron a otros consigo en sus miedos y en sus malos sentimientos, creándose los primeros karmas o deudas energéticas y espirituales. 
Para volver a recuperar esa bondad original y poder eliminar esos sentimientos malos, de odio, envidia, rencor, miedo etc... las dimensiones espirituales no eran suficientes, pues hay cosas que solo se pueden aprender y purificar con sufrimiento (aunque suene muy duro decirlo) así que Dios creo otra dimensión, una dimensión donde la energía fuese densa de tal modo que se crease la materia, y así y por este motivo se creó el Universo.
Toda la energía, la materia y la grandiosidad del Universo no es más que una ínfima parte de energía de lo que es Dios, sería el equivalente a la energía que desprendemos al tocar el aire suavemente con el dedo índice, esa es la parte de la energía que empleó Dios para generar el big-bang y todo lo que existe en el universo.
Las almas empezaron a encarnarse en el universo con el objetivo de evolucionar y limpiar sus defectos y potenciar sus virtudes hasta recuperar la perfección que a cada uno de nosotros nos era propia antes de que las dudas nos arrebatasen nuestra pureza.

Antes dije que los ángeles, los que llamé Inmaculados no nos escuchan y no saben nada de nosotros y es cierto, pero también es verdad que algunos de entre ellos decidieron renunciar voluntariamente a lo que eran, a su bondad y perfección originales para venir a ayudarnos y a enseñarnos. No hay muchos, pero cuando vienen suelen ser personas extraordinarias como lo fue Siddharta Gautama "Buda", san Francisco de Asís, María de Nazaret, san Martín de Porres, Martín Luther King, el Padre Pío de Pietrelcina o Mahatma Gandhi...

También dije que hubo un Ser que no se separó de Dios, que siguió siendo Uno con Dios cuando todos los demás se fueron o dejaron de identificarse plenamente. A este Ser en los Vedas y en el comienzo del Evangelio según san Juan se le llama "la Palabra", en el resto de evangelios se le llama el "Hijo de Dios" y vino una sola vez a la Tierra encarnándose hace algo más de dos mil años y tomando el nombre de Jesús de Nazaret.

*Engendrar, en términos metafísicos, es dar origen a algo a partir de uno mismo, de su misma substancia, en este caso dar origen a las almas a partir de Dios. Crear sería dar origen a algo a partir de la nada. 
Dios no creó, como dice la Iglesia Católica, Dios engendró, pues si nos hubiese creado tendría que haber sido de una fuente de energía diferente a Sí mismo, y eso no es posible pues sólo existía Él. De modo que si salimos de su Energía todos poseemos su substancia, por lo que no somos creados sino engendrados.
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