Nuestra Madre

Nuestra Madre

Como dije anteriormente, la energía Divina inunda todo el universo, dándole vida  y orden, y algunos identifican esa energía como si fuese el mismo Dios, como si tuviese consciencia por sí misma, cosa que no es cierta. A través de esa energía podemos conectarnos con Dios, ya que es Suya, pero no es Él. 
Dios, como dije, no tiene género ni sexo, pero en Él se encuentran los dos principios, tanto el masculino como el femenino, y la energía divina que dio origen al universo contiene ambos. La energía masculina se concentra sobre todo en estrellas, asteroides y cometas, mientras que la energía femenina se manifiesta sobre todo en planetas que están preparados para albergar vida. Cuando en un planeta nace vida y aparece la naturaleza es porque ambos principios han confluído.
Sin embargo, a pesar de que en un mundo vivo como el nuestro tiene que existir tanto lo masculino como lo femenino es la energía femenina de Dios la que se manifiesta en la mayor parte de la naturaleza, en los mares, bosques, montañas... Y esa energía divina que existe en todo lo que forma parte del planeta (también en los seres humanos) es Nuestra Madre y sin ella no existiríamos como seres humanos y nuestro mundo seguiría siendo un erial. 

Parece ser que los esenios que escucharon hablar a Jesús escribieron un evangelio en el que hablan, con algún que otro error, de Nuestra Madre terrenal, que es esta Energía Divina y femenina que nos puede conectar con Dios, no es necesario rezarle o hablarle con palabras, no "piensa"  por sí misma (aunque puede manifestar la consciencia Divina) y lo mejor que se puede hacer es sentirla, sentirse en contacto y en comunión con ella, con la energía de la naturaleza, con nuestro propio interior, experimentar la libertad que nos da, la fuerza, la vitalidad, la pureza y tal vez así podamos encontrar la unión con la Divinidad. Nuestra Madre no necesita de nuestras palabras,  pero tenemos que amarla y respetarla, pues somos parte de Ella y Ella habita en todos nosotros, y podemos interactuar con Ella a través de nuestras emociones y sentimientos, y cuando esas emociones  y esos sentimientos están en comunión con Ella estamos preparados para buscar a Dios en nuestro interior. 
Es un error ver lo masculino y lo femenino como dos cosas diferentes y separadas, como una dualidad, en realidad en el Origen no era así y ambos están unidos en Dios, pero al crearse la materia fue necesaria la división entre lo femenino y lo masculino para que la evolución existiese.

Esto es lo que enseñaba Jesús y a lo que los primeros discípulos llamaron el Espíritu, la energía Divina que está en todas las cosas. Desafortunadamente, como casi todas las enseñanzas de Jesús, sus palabras se distorsionaron y la Iglesia cartólica acabó diciendo que Nuestra Madre, el Espíritu, era el Espíritu Santo y lo acabó personificando en otro ser Divino con consciencia propia a la vez que es Dios, simplemente como una copia de la trinidad de la religión mitraica que era practicada en el Imperio romano y que compitió con el cristianismo en los primeros siglos
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